Por: Yeilor Rafael Espinel Torres
Politólogo Universidad Nacional
Comunicaciones PDA-Cundinamarca
A
pesar de lo antidemocrático y manipulador que ha sido el matoneo contra el POLO
por su decisión unánime y autónoma de permitirle a sus militantes y seguidores
decidir por quién votar, en blanco o abstenerse y su firme propósito de mantenerse en la oposición sin importar quien gane, mi decisión
es la de votar en blanco en la segunda vuelta presidencial. No voté en blanco en las elecciones de marzo porque en ese momento sí había por quién votar, pero hoy la
historia es otra.
A
pesar de que digan que el voto en blanco no tiene efectos jurídicos, si tiene un
peso político y hay que hacerlo valer. Un presidente elegido con baja votación
y un abultado voto en blanco es un gobierno débil e ilegítimo. Es por eso que los
invito a votar en blanco el próximo 15 de junio y a continuar en la oposición. Ni
por ‘descarte’ -lógica del ‘menos malo’-, ni por miedo, ni mucho menos por oportunismo
debemos votar por Juan Manuel Santos u Óscar Iván Zuluaga. Entre otras, porque los
que votamos en primera vuelta por el programa del Polo Democrático Alternativo adquirimos
un compromiso con la oposición, ya que la propuesta es diametralmente opuesta a
la de los demás. Actuar en consecuencia es un asunto de coherencia, principios
y sobre todo de visión política de país, a corto, mediano y largo plazo.
La
confusión ingenua e involuntaria de algunos y la desinformación y tergiversación
deliberada de otros, frente a este tema en medios de comunicación y redes
sociales está llegando a un paroxismo sin precendentes, todo por cuenta de la
utilización maniquea y electorera de la paz. No obstante, y en estos tiempos de
redes sociales, trinos y hashtags lo
cierto es que la expresión en redes sociales denominada #NiSantosNiZuluaga
sintetiza el descontento de gran parte de los casi 2 millones de personas que
votamos por el programa del POLO el pasado 25 de mayo, y nos impulsa a explicar
que el #VotoEnBlancoSiTieneValor.
La
lógica de votar por ‘descarte’, por el ‘menos malo’ o por miedo, es la vieja
trampa de ponernos a escoger entre dos males del mismo origen. ¿No fue hace
cuatro años cuando el cerco de aniquilamiento impuesto por la derecha nos
quería hacer elegir la 'legalidad ilegítima' de Mockus para evitar
los mal llamados 'falsos positivos' de Santos y su continuismo uribista? Así ha
sido siempre a lo largo de nuestra historia neocolonial, nos dividen y nos
ponen a elegir a nuestro mejor verdugo. A propósito de trampas, debo señalar que
en términos de comunicación política hoy se promueve el miedo desde el marketing
gubernamental, los equipos de campaña y los grandes medios, con el único propósito
de confundir y reducir la capacidad crítica y analítica de la gente.
Principalmente con el objetivo de engañar y estimular emociones negativas en los
electores e inducirlos a la polarización y al voto reeleccionista.
Ahora
se nos exige de manera agresiva, irrespetuosa e incluso violenta, elegir la paz de Santos para evitar que gane
la guerra de Zuluaga. ¡Hágame el favor! No nos metamos mentiras, ambos
representan exactamente lo mismo y obedecen con ominosa servidumbre y rigor,
pero con diferente estilo, los designios de la Casa Blanca. Digan lo que digan
votar por Santos o Zuluaga implica exonerarlos de su responsabilidad en la
debacle económica y social del país, y de paso hacerse cómplices de la misma. A
nombre de la paz se pretende refrendar los TLC que quiebran la industra y el
agro, las reformas tributarias regresivas que afectan cada vez más a las capas
medias de la población, la megaminería antinacional y el deterioro ambiental,
las reformas educativas nefastas, las privatizaciones, el desempleo y la pobreza,
etc.
Que
el apoyo al voto en blanco no se comprenda o se tergiverse como un rechazo a la
posibilidad de paz o un apoyo a la guerra. No faltaba más. Al igual que el POLO
nunca hemos respaldado ni justificado la lucha armada y siempre hemos estado por
la paz y la solución política del conflicto armado en Colombia. Los argumentos
que circulan para apoyar a uno u otro candidato no son razones suficientes para
que a nombre de la paz (o la guerra) se nos obligue a refrendar y a legitimar la
desigualdad y la pobreza en la que nos ha sumido esta partida uribosantista empeñada
en la entrega del trabajo, la riqueza y el ahorro nacional al capital
extranjero. La paz es un deber del Estado, sea quien sea su gobernante.
Además,
¿Luego Santos y Zuluaga no han representado el continuismo uribista y
neoliberal entronizado por el consenso de Washington y César Gaviria desde el
año 1991? Votar por Santos le significaría al POLO y sus seguidores entregar
las banderas y renunciar a un futuro cercano como opción real de cambio. Por eso
creo que acertó en su declaración del pasado 29 de mayo. Caer o
prestarse en la lógica del 'descarte-miedo-oportunismo’ no deja nada bueno,
miremos el futuro que les espera a
Mockus e incluso Gustavo Petro y otros 'garzones' más, luego de su repliegue al
Santismo. ¿Qué credibilidad les podrá quedar?
Invito
a hacer un análisis tranquilo y concienzudo de la situación. Los convoco a buscar
serenidad y a no desfallecer, ni a perder el ánimo por lo adverso y a veces
aplastante que pueda parecer el debate en la contienda política actual y veamos
en los casi 2 millones de votos del POLO y los resultados de las recientes
parlamentarias, un baluarte que se debe conservar y consolidar en las próximas elecciones
locales y los próximos cuatro años. Lo que está en juego es el destino de la
izquierda democrática, la autentica oposición y un futuro soberano para el
país.
Incluso
el éxito de la propuesta del POLO a nivel nacional y en Cundinamarca, proyecta
un escenario propicio a corto y mediano plazo, para el fortalecimiento del mismo
y la posibilidad de enfilar la Resistencia Civil en una gran convergencia
nacional de cara a las justas luchas sociales que se avecinan (Renegociación de
los TLC, educación, salud, agro, etc.). Movilizaciones que son por ahora la
única respuesta a la profunda crisis económica y al desinterés de los últimos
gobiernos. Si señores incluidos Santos y Uribe. Crisis económica que con
seguridad plena ninguno de los dos candidatos resolverá en favor de la nación
por más reelecciones que se les conceda.
Sería
entonces una contradicción que por ‘descarte’, miedo u oportunismo, se acepte
la invitación que hoy se nos hace desde los medios de comunicación, el
oficialismo y algunos pocos sectores vacilantes. Votar por alguno de estos
gemelos políticos sería un contrasentido frente a lo que ha propuesto el POLO
para el país. Es el momento de poner a prueba y ratificar la coherencia y los
principios. Es fácil refrendarlos en tiempos claros y tranquilos, lo realmente
valioso y difícil es hacerlo en medio de la tempestad. Bien lo dice la canción
“El material de los barcos y el alma de los partidos no se prueban en la calma
sino en plena tempestad” (Versos de la canción El día le sigue a la noche de Carlos Riaño)
Cundinamarca, junio 8 de 2014